ASOCIACIÓN HESPÉRIDES
La Humanidad ha tenido una relación curiosa con los eclipses, tanto de Sol como de Luna. En realidad, esta relación curiosa ha sido con todos los fenómenos naturales. Y podemos resumirla a grandes rasgos desde la más absoluta incomprensión y temor, hasta una razonable explicación del fenómeno y el aprovechamiento que los seres humanos hacemos del conocimiento que se va adquiriendo con esfuerzo al estudiarlos.
Los eclipses nos han acompañado desde que surgió la especie humana. Qué hacían o pensaban estos primeros seres humanos cuando presenciaban algún eclipse es algo que nunca sabremos, en principio. Pero sí sabemos seguro que hace varios milenios atrás surgieron las primeras explicaciones del fenómeno y, en consecuencia, los primeros comportamientos cuando sucedía.
Por ejemplo, en varias culturas antiguas concibieron la idea de que algún animal devoraba a la Luna o al Sol. Su respuesta ante esto era hacer mucho ruido, o sacrificios humanos, para que el animal soltase su presa. Es de esperar que como esto pasaba, y finalmente la Luna o el Sol se volvían a ver normalmente, estas costumbres fueran tomadas como una verdadera explicación.
Tras un tiempo largo de observaciones de eclipses, nuestra especie llegó a la conclusión de que había un determinado ciclo en ellos, que se repetían regularmente. A este ciclo se le denomina Saros, y abarca 6.585,32 días, o algo más de 18 años. No es un tiempo exacto, ya que hay muchos factores que influyen en las órbitas de la Tierra y la Luna, pero es una excelente aproximación. Este ciclo viene determinado por dos periodos de tiempo principalmente: El mes sinódico de la Luna, que es el tiempo que la Luna tarda en estar enfrente del Sol (de unos 29 días y medio), y el mes dracónico (que es el tiempo que la Luna necesita para pasar por el nodo ascendente, es decir, el punto en que corta la eclíptica o línea de eclipses; su periodo es de unos 27,2 días). Recordad que la Tierra, la Luna y el Sol deben estar perfectamente alineados para que se produzca un eclipse.
Sabedores de este ciclo, la Humanidad ya fue capaz de predecirlos. Poco a poco dejamos de creer en animales que devoraban astros, y aumentamos nuestra confianza en las explicaciones que nos descubría el método científico.
Hay tres ejemplos históricos de uso científico de los eclipses para seguir avanzando en el conocimiento de la Naturaleza. Uno de ellos es que la forma de la sombra de la Tierra en la Luna en un eclipse ya nos indicaba que nuestro planeta era o circular o esférico. Otro es que el paso de la Luna por delante del Sol en un eclipse solar significa que la Luna está más cerca de la Tierra que nuestra estrella (¡ciencia pura en acción!). Y el último que se resalta ocurrió en 1919, cuando se aprovechó un eclipse para confirmar la Teoría de la Relatividad, formulada por Albert Einstein unos años antes, y que rompía con siglos de conocimiento físico bien asentado y nos hacía avanzar a una mejor, o, si se quiere, a una más exacta comprensión del Universo.
Hoy día hay poco interés científico en la observación de eclipses. Pero asociaciones como Hespérides aprovechamos estos fenómenos para divulgar la Astronomía entre todas las personas interesadas. También se aprovechan con fines turísticos. Este pasado 8 de abril, durante el eclipse total visible en gran parte de América del Norte, se pudo comprobar la gran afluencia de personas a las mejores zonas donde ver el eclipse. Por ejemplo, en el estado mexicano de Sinaloa, su gobernador Rubén Rocha Moya, el pasado 15 de abril, informó que ”la derrama económica estimada por el evento fue de mil millones de pesos [unos 55 millones de euros], con la asistencia de 750 mil personas durante la Semana de Pascua y el fin de semana largo, una ocupación hotelera del 100% y más de 250 mil asistentes en afluencia durante el eclipse en Mazatlán”.
En la España peninsular no se produce un eclipse total desde principios del Siglo XX, hace ya más de 100 años. Pero esta situación va a llegar a su fin ya que vamos a tener en breve tres eclipses.
La Sociedad Española de Astronomía, que agrupa a la mayoría de astrónomos y astrónomas profesionales de nuestro país, a través de una comisión establecida con ocasión de este venidero trío ibérico de eclipses, pretende hacer llegar a la sociedad española información fiable y veraz para aprovechar la ocasión que se nos brinda. La Asociación Hespérides está participando en este esfuerzo de comunicación.
El 12 de agosto de 2026 por la tarde será el primero de los tres. En esta ocasión será España la gran beneficiada por el paso de la sombra, como lo ha sido Sinaloa en el anterior. En nuestro municipio viviremos una situación curiosa: En la mitad noreste se verá como total, mientras que en la mitad suroeste se verá parcial.
El 2 de agosto de 2027 por la mañana será el segundo eclipse que podamos ver. En este caso será en el sur de España, pero en nuestro municipio se podrá llegar a ver una parcialidad del 85% del Sol.
Y acabaremos con el trío el 26 de enero de 2028, a primeras horas de la tarde. La mejor zona para verlo será en la mitad sureste de nuestro país, pero en nuestro municipio aún podremos llegar a presenciar una ocultación del 80% de nuestra estrella.
La Asociación Hespérides va a participar en el esfuerzo de comunicar bien los eclipses, cómo verlos de una forma segura, y posibles problemas que puedan surgir por la previsible afluencia masiva de personas a ciertas zonas para su observación.
Y cuando llegue el momento de cada eclipse, participaremos en su observación y divulgación. De momento, haced el favor de anotar las fechas que os damos e id reservando tiempo para participar. ¡Prometemos no hacer ruido para que un dragón no devore al Sol esos días!