NUTRICIÓN
Ya me he metido en otro berenjenal: contar por qué eliminar las grasas de nuestra alimentación NO es una buena idea.
No, no. Ni siquiera, aunque estés buscando una pérdida de peso.
Tenemos grabado a fuego que “las grasas son malas” y, podría parecer lógico (y simple) pensar que: “si comemos grasa, almacenaremos grasa” (de lo que se come se cría, mal-dicen).
¡Hoy sabemos que esto no funciona así!
Nuestro cuerpo almacena grasa cuando comemos en exceso (durante un periodo prolongado) y, realmente da igual si ese exceso se lo damos en forma de macarrones (hidratos de carbono), aguacates (grasas) o filetes de ternera (proteínas). Si como continuamente más de lo que necesito y soy una persona sedentaria, mi cuerpo almacenará ese “extra” en forma de grasa.
Por este motivo, sentenciar que “engordamos” por comer grasas es falso y, por tanto, huir de ellas no tiene sentido.
Además, las grasas cumplen una función muy importante en nuestra alimentación y es que, son saciantes y apetecibles, por lo que incluirlas en nuestra alimentación nos ayuda a incorporar unos hábitos de alimentación saludables que perduren en el tiempo (mucho más allá del “compromiso” temporal que podemos tener con una dieta restrictiva (aburrida e insostenible), baja en grasas y poco disfrutona). ¿Por qué? Porque podemos decidir sufrir durante un tiempo comiendo calabacín hervido y pechuga de pollo, pero no vamos a comprometernos con esa alimentación durante toda la vida (¡¿Estamos locos o qué?!).
Por otro lado, existen beneficios para la salud asociados al consumo de un determinado tipo de grasas: las grasas insaturadas. Dentro de estas grasas encontramos el famoso omega 3, presente en alimentos como el pescado azul (salmón, anchoas, sardinas, atún, boquerones…) y en alimentos vegetales como los frutos secos y semillas (nueces, chía, linaza…), cuyo consumo se asocia con una mejor salud cardiovascular y mental (alzheimer, depresión, demencia…); y mejora de síntomas en enfermedades como artritis, psoriais o Crohn.
Sin embargo, aunque las grasas insaturadas sean saludables, sus contrarias, las grasas saturadas PUEDEN ser más perjudiciales. No por el simple hecho de llamarse “saturadas” sino por el tipo de productos que las contienen. Por eso, lo realmente importante es que nos fijemos en el alimento o producto del que proceden dichas grasas.
Apunta esto: las grasas saludables están presentes en alimentos naturales, mientras que las grasas más perjudiciales para la salud están en todos aquellos productos ultra procesados (comida rápida, bollería industrial…).
Como siempre, esto es más fácil de aplicar de lo que parece. Si basas tu alimentación en comida real (alimentos) y no en productos ultra procesados, ¡tienes gran parte del trabajo hecho!
Pero por si acaso, ¡por ahí va una imagen con chuletilla!