NUTRICIÓN
Elegir buenos productos en el súper es más fácil de lo que parece. No es necesario tener en cuenta toda la información que se nos ofrece en los envases. ¿Por qué? ¡Porque la mayor parte de lo que vemos son reclamos publicitarios para que escojamos el producto en sí! Y sí, muchas veces “¡Emosido engañado!”
Efectivamente: ni las galletas “digestive” son digestivas ni el “kínder bueno” es bueno (¡aunque esté bueno!).
Además del exceso de “bondades” que nos publicitan, el etiquetado alimentario está sujeto a un “porrón” de normativa que no podemos sabernos de memoria.
Así que, no pierdas el tiempo: ¡ve directamente al listado de ingredientes! Ahí está la información más útil. Eso sí, ¡ponte gafas si quieres leerla! (Porque bien grande y visible tenemos el anuncio de un tal “L-CASEI INMUNITAS”, pero los ingredientes son diminutos).
Te voy a dejar las claves para que hagas buenas elecciones:
Cualquier alimento sin etiquetado nutricional es ¡siempre la mejor opción! Las frutas, las verduras, el pescado fresco… no necesitan etiquetas que nos aclaren los ingredientes que llevan porque, sencillamente ¡son lo que son!
La lista de ingredientes siempre aparece en orden decreciente. El primer ingrediente que leemos es el que se encuentra en mayor cantidad y los siguientes van a ir en descenso. El primero siempre va a ser el más representativo y el último, el que se encuentra en menor cantidad. Es más: si sabemos la cantidad exacta de uno de los ingredientes (por ejemplo: carne en un 96%, tenemos una pista muy clara. Y es que, el resto de ingredientes “poco nos importa”, puesto que, aunque no fueran muy saludables; están en una cantidad muy pequeña.
Cuántos menos ingredientes y más familiares te resulten, ¡mejor! A veces nos camuflan ingredientes poco saludables como el azúcar utilizando “palabrejas” como: glucosa, sacarosa, dextrosa, jarabe de glucosa, fructosa, oligofructosa, jarabe de fructna, etc. Otras veces el producto en sí contiene solo un pequeño porcentaje de materia prima y una lista interminable de aditivos (los famosos “E-“). Y, aunque a priori son seguros, si compramos un “jamón york” cuya lista de ingredientes es: Paleta de cerdo (46%), agua, fécula de patata, sal, proteína de soja, azúcar, dextrosa de maíz y aromas. E-451, E-407, E-420, E-250, E-316, E-120… ¡tengo que saber que estoy pagando por una “cosa” que imita al jamón, pero que no lo es realmente.
Como información secundaria puedes consultar la tabla de “información nutricional”. Pero aquí, hay que tener en cuenta el contexto personal de cada uno (tenemos distintas necesidades). Aun así, serán productos más saludables si por cada 100g no superan los 1,2g de sal y/o los 5g de azúcar.
Ah, sí. Se me olvidaba: ¡Está bien comer “kínder bueno” de vez en cuando!