EL RINCÓN VERDE
Ramas, tocones, árboles huecos… todo ello compone la madera muerta. Aunque no lo parezca, es un componente fundamental en la estructura y funcionamiento de los ecosistemas.

Larvas de coleópteros y arácnidos en la rama de un roble. Fuente – Gabriel González
Más de 2000 invertebrados, dependen de la descomposición de la madera para sobrevivir, a lo que hay que sumar, su uso como refugio de algunos mamíferos, anfibios o aves.

Pino se abre vida sobre un viejo tocón. Fuente – Gabriel González
La madera muerta se puede considerar como ecosistema propio y su descomposición genera nuevos nutrientes que los demás árboles y otras especies vegetales vuelven a utilizar para seguir creciendo.