“Hay compañeros que lo están pasando realmente mal. Nos sentimos vulnerados en nuestros derechos. No estamos pidiendo más que lo que ya teníamos”, apuntan los afectados
Los representantes sindicales de los trabajadores de la fábrica de Pastisart en El Espinar han hecho público el conflicto que tienen abierto con la empresa y que, el martes 1 de abril, los llevará a juicio para tratar de solucionar el problema. Tras la ruptura de las negociaciones en el Servicio de Relaciones Laborales (Serla), los representantes sindicales explican que 30 empleados de la empresa están sufriendo una discriminación en el disfrute de las vacaciones estivales.
“Históricamente, siempre hemos tenido tres semanas consecutivas de vacaciones en verano. Contamos con 22 días de vacaciones al año, y hasta ahora, independientemente del turno, se nos respetaba este período. Sin embargo, el año pasado, la fábrica estableció distintos turnos: uno de lunes a viernes (5-2) y otro de lunes a sábado (6-1). Aunque en 2023 a los trabajadores del 6-1 todavía se nos respetaron las tres semanas seguidas, este año la empresa ha decidido no mantener esa organización. La dirección argumenta que el convenio no especifica que las vacaciones deban ser consecutivas, pero nosotros consideramos que es un derecho adquirido. Siempre se ha hecho así, sin importar qué empresa estuviera al frente, y ahora nos lo quieren arrebatar. Aunque no esté escrito en el convenio, entendemos que forma parte de nuestras condiciones consolidadas”, explica uno de los trabajadores afectados.
La reorganización de Pastisart, en la que se ven mermadas las vacaciones de los trabajadores del turno de lunes a sábado, implica que se les incluyen días de descanso a lo largo de todo el año. Siguen disfrutando de 22 días de vacaciones, aproximadamente, pero lo que denuncian los representantes sindicales, representados mayoritariamente por Comisiones Obreras (CCOO), es que la empresa “lo que ha hecho, es incluir parte de esos días de vacaciones dentro de nuestra semana de descanso, y el resto los han distribuido a lo largo del año en viernes, sábados y algún lunes”.
“Nos sentimos discriminados. Hay compañeros que siguen disfrutando de sus tres semanas de vacaciones y nosotros no. Ya el año pasado nos marcaron como un grupo aparte, al cambiar solo a una línea de producción a este turno. Ahora, además, nos quitan vacaciones. La sensación es la de ser trabajadores de segunda clase, como si estuviéramos en un nivel distinto al del resto”, declara uno de los afectados.
Sus previsiones antes de que se celebre el juicio son de incertidumbre, aunque relatan que “en el Serla las sensaciones fueron buenas, los mediadores parecían comprender nuestra situación. Sin embargo, en un juicio interviene una tercera parte y el resultado puede ser incierto. Lo importante es intentarlo y confiar en que salga bien”.
Si la sentencia judicial ante el problema de las vacaciones es negativa a sus intereses, señalan que “dependiendo de cómo avance la situación, podríamos plantear movilizaciones, paros o llevar el conflicto a un nivel más amplio”.
En cuanto al ambiente de trabajo en esta situación, cuentan que “hay compañeros que lo están pasando realmente mal. Por ejemplo, una compañera no sabe si podrá asistir a la boda de su tía porque no tiene claro si le concederán el permiso; hay compañeros extranjeros, por ejemplo, de Bulgaria, que no saben si podrán viajar a ver a sus familias. Nos sentimos vulnerados en nuestros derechos. No estamos pidiendo más que lo que ya teníamos”.
Por otro lado, los trabajadores critican también la falta de formación que ofrece la empresa que gestiona la fábrica de bollos de El Espinar. “La empresa se comprometió a formar personal que pudiera cubrirnos en vacaciones, en caso de bajas médicas o permisos familiares. Sin embargo, esta formación no se ha llevado a cabo, lo que sigue generando problemas”, apuntan.