Nuevas metas, nuevos objetivos, nuevos planes… ¡Cómo todos los eneros!
Es muy habitual que con la llegada del nuevo año, nos propongamos un montón de retos: apuntarnos al gimnasio, salir a correr, comer de forma más saludable… Pero, igual de habitual es que, tras la emoción e implicación inicial, no consigamos mantenerlos en el tiempo (con la frustración y malestar que esto nos genera…).
¿Por qué nos pasa esto?
Para conseguir que cualquier actividad nueva se convierta en un hábito (algo que incorporamos en nuestras vidas y hacemos de forma casi automática), necesitamos seguir un proceso. Uno de los errores que cometemos al inicio de año, es que nos proponemos muchas nuevas actividades a la vez, que, requieren muchos procesos al mismo tiempo, y esto, es insostenible, ya que, nuestra fuerza de voluntad se esfuma rápidamente.
Entonces, vamos poco a poco. Por ejemplo, un propósito muy frecuente en enero es querer perder peso/grasa.
¿Cómo hago para establecer el hábito de alimentarme mejor si quiero perder peso/grasa?
- Pon el foco en lo importante. “¿Por qué quiero comer mejor?” Si el objetivo es “perder peso para una boda”, es algo temporal, no sostenible en el tiempo. Una vez llegue la boda, volverás a tus rutinas, porque no habrás creado ningún hábito. El objetivo ha de ser más importante, más a largo plazo: por ejemplo “perder peso para ganar salud”.
- Ten claros los indicadores de tu progreso o éxito (¡y ya te aviso que el peso de la báscula es un indicador insuficiente y muchas veces innecesario!). A la hora de valorar este objetivo, deberás fijarte en indicadores como el volumen de tu cuerpo, tus sensaciones con la ropa, tu energía, tu rendimiento al hacer actividad física, tus analíticas y tu bienestar en general.
- ¡Mira más allá de la báscula! El peso es un indicador bastante absurdo. Nuestro peso es variable por múltiples factores: retención de líquidos, ganancia o pérdida de masa muscular, acción hormonal… Por tanto, no siempre va a ser un dato fiable. ¡Que no te engañen!
- Adapta el nuevo hábito a tu vida: a tus gustos, a tu familia, a tus horarios de trabajo, a tu ocio, etc. Es súper importante que el hábito se adapte a ti y te ofrezca espacios de flexibilidad. Si, por ejemplo, para conseguir perder peso/grasa, te obligas a seguir una dieta súper rígida, te prohíbes alimentos y esto interfiere en tu vida social (no sales a tomar algo con tus amigos, no comes tarta en los cumpleaños, etc.) ¡este hábito está abocado al fracaso! Porque, podemos mantener el “sufrimiento” un tiempo, pero… ¡no estamos locos, sabemos lo que queremos!
- No pierdas de vista las recompensas y beneficios que te ofrece el nuevo hábito: más energía para jugar con tus hijos, mejor descanso, una piel más bonica, menos enfermedades… ¡son infinitas!